MARLON OSPINA
No hay tragedia,
solo nuevas oportunidades
Cartilla para Deportistas. Proyecto Sport Power. Arcángeles/Usaid
Marlon Ospina tiene 17 años. Vive con sus padres y hermanos, estudia en grado once. Todas las mañanas asiste al colegio y luego, en las tardes, acude sagradamente a su entrenamiento de voleibol sentado con la selección de voleibol sentado de Bogotá. La vida de Marlon, parece muy normal, pero para llegar hasta aquà ha tenido que recorrer un largo camino en el cual ha aprendido y enseñado mucho.
La infancia de Marlon fue muy tranquila hasta los
diez años, época en la cual empezó a sentir un agudo dolor en su pierna
derecha. “un dÃa jugando microfútbol con unos amigos, recibà una patada, nada
del otro mundo, pero el dolor se mantuvo durante varios dÃas, asà que decidimos
ir al médico”. Fue entonces cuando
acudió a una valoración médica en la que le diagnosticaron un Sarcoma de Ewing, que es un tumor maligno que afecta
principalmente a adolescentes y adultos jóvenes y que ataca principalmente los
huesos largos del cuerpo, generalmente en las piernas y los brazos. Marlon empezó entonces un tratamiento
Tiempo después de finalizar el tratamiento, recibió nuevamente una mala noticia, debido a que los procedimientos no surtieron el efecto deseado, se debÃa realizar una cirugÃa para extraer el tumor, realizar un trasplante de hueso y esperar la evolución del proceso para analizar otras posibilidades. Luego de la intervención se le empezó a torcer la pierna y ya no podÃa apoyarse bien. Pese al dolor Marlon continuaba realizando su mayor pasión, jugar microfútbol y lo hacÃa bien…” era un crack”, pero sus proezas en la cancha tenÃan un precio elevado, la pierna le dolÃa mucho en las noches y cada vez le quedaba más difÃcil caminar.
Cuando llegó la hora del balance final del proceso, los médicos le informaron a él y a su familia que desafortunadamente el procedimiento habÃa tenido un éxito parcial y que tendrÃan que amputarle la pierna para evitar una metástasis. Esto fue una situación muy fuerte para todos, “pues claro que me dio duro la noticia, pero le dio más duro a mi familia, ellos duraron más tiempo asimilándolo”. Fue asà como llegó el momento y Marlon ingresó al quirófano para la realización de una amputación transfemoral, es decir, por encima de la rodilla. Tres dÃas después, salió del hospital, caminando por sà mismo, con la ayuda de unas muletas. Empezó asà la difÃcil etapa de aprender a manejar su nuevo cuerpo, “Al principio fue muy difÃcil; en varias oportunidades me levantaba de la cama por la mañana y me caÃa al piso, pues mi mente aún no se habÃa adaptado a la nueva condición y seguÃa buscando apoyo en las dos piernas”.
Durante ese periodo de adaptación, Marlon siguió estudiando vinculado a Aulas Hospitalarias que es un programa de la SecretarÃa de Educación que permite a los niños y jóvenes que se encuentran internos en un hospital o en proceso de tratamientos puedan continuar con sus estudios mediante un sistema de horarios flexibles que se desarrollan en los hospitales y en las casas. Fue asà como después de año y medio, Marlos regresó nuevamente al colegio. Se habÃa ausentado estando en séptimo grado y regresó a cursar noveno con sus mismos compañeros, pero a diferencia de ellos, su vida habÃa cambiado significativamente, “Cuando regresé aún no tenÃa prótesis, asà que me movilizaba con muletas. En la clase de Educación FÃsica participaba de algunas actividades con el grupo. A veces jugaba fútbol apoyado en las muletas y pateaba con fuerza”.
Durante la época de tratamiento del posoperatorio, un amigo lo invitó a participar de Sport Power, un programa de inclusión social para personas con discapacidad a través del deporte. “En esa época la palabra discapacidad no me decÃa mucho, pero él me comentó que era para jugar voleibol sentado y aunque yo no era bueno en voleibol y nunca habÃa visto esa modalidad, tampoco tenÃa nada planeado en mi vida, asà que decidà asistir a las prácticas”.
En el entrenamiento le empezó a ir muy bien, una vez pasó la etapa de formación técnica y ya mejor adaptado al manejo de su nuevo esquema corporal, se niveló con los demás compañeros del grupo. Aunque no es muy alto, compensó esta dificultad con agilidad, producto de su disciplina durante los entrenamientos. El contacto con los otros miembros del equipo y ahora sus nuevos amigos, lo fue llenando de confianza y esto lo llevó a enfrentar otro reto, el de regresar el colegio. “Mi entrada al Proyecto influyó mucho en para tomar la decisión de volver con normalidad al Colegio”.
Mientras Marlon se dedicaba a sus estudios, a su
nueva condición fÃsica y al entrenamiento del voleibol sentado, sus padres
afrontaban una dura lucha jurÃdica para lograr que en su entidad de salud le
autorizaran la prótesis; hecho que al final se logró mediante el recurso de
tutela, y fue asà como la tan esperada prótesis llegó en diciembre del 2017. Coincidencialmente, en ese momento, llegó la
convocatoria a la primera participación a un torneo que se celebró en la ciudad
de Cali en donde Marlon se consolidó como un buen pasador, llamando de paso la atención para de la selección de Bogotá.
En esa época se abrió una convocatoria para viajar a Cuba a un curso de formación de jóvenes entrenadores de voleibol sentado. Marlon fue seleccionado junto con otros tres jóvenes para viajar a la isla. Una vez allà decidió aprovechar el tiempo al máximo, pues entendió que no sólo se trataba de voleibol, sino también de la oportunidad de conocer el paÃs y sobretodo, de las dinámicas del deporte. Lo aprendido en el curso le sirvió igualmente para tener una noción más completa del voleibol y su desempeño dio un salto significativo.
A su regreso y gracias al progreso evidenciado, fue convocado para la selección nacional juvenil que participó en los Juegos Parapanamericanso Juveniles en Brasil evento en el cual el equipo logró la medalla de oro para Colombia y un cupo a los Juegos Mundiales.
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